POONGSAN
(Juhn Jai-Hong, Corea del sur, 2011)
Escrita y producida por Kim Ki-Duk
No es sorpresa para nadie que dentro del cine coreano destaquen las películas de suspenso. Porque ejemplos de buenas realizaciones hay muchos: ya sea The yellow sea, I saw the devil, Oldboy, The chaser, A bittersweet life, Memorias de un asesino, o El hombre sin pasado; los thrillers made in korea parecieran ser hoy prácticamente infalibles. Y la verdad es que hasta el momento no me he llevado ninguna decepción. Cada película que veo me convence más de cuando afirmo que la industria de este país asiático es de las más prometedoras hoy por hoy.
Tenía pendiente Poongsan que por motivos de tiempo no la había podido ver. Nuevamente me encuentro con una historia genial y novedosa, con un ritmo infatigable, con intriga que no se desmorona al poco andar; y ese tratamiento de la venganza muy a la asiática: fría, sanguinaria, silenciosa. Infatigable. Sin tregua. En donde no existe el perdón.
Poongsan, ¿Norte o Sur?
La historia cuenta lo permeable que son las dos Coreas. Un enigmático sujeto que jamás habla y del que nada se sabe (solo que fuma cigarrillos “Poongsan”) puede entrar y salir sin mayores inconvenientes de ambas Coreas. Sus servicios: entrar y sacar cosas. Pero cuando a éste le encomiendan la extracción de una mujer de Corea del Norte hacia Seúl, su vida cambiará para siempre.
Esta película brillantemente escrita y producida por el gran Kim Ki-Duk, posee un trabajo psicológico notable: un thriller que utiliza ciertos conceptos afectivos para consolidar una catástrofe de proporciones. Vamos por parte: tenemos a nuestro protagonista Poongsan quien secuestra a la joven norcoreana In-Oak por petición de su marido. Aquí la primera dinamita: la joven no tarda en enamorarse de su secuestrador. Se establece entre ambos lo que se conoce como el Síndrome de Estocolmo. Es decir, un fuerte vínculo afectivo enfermizo entre secuestrador y secuestrado.
Luego tenemos la celopatía del marido al enterarse de que Poongsan tuvo que cruzar junto a su mujer desnudos por un río y prácticarle respiración boca a boca para que no muriera. Si a ello le sumamos que el marido es un desertor de Corea del Norte que vive en la más absoluta paranoia, ya tenemos tres elementos cada uno de por sí intensos como para hacer estallar una buena película hasta el final.
Pero hay más: Los servicios de inteligencia de ambas Coreas entran a jugar un rol muy importante y que en definitiva enredan todo bajo una atmósfera de desconfianza y superioridad. ¿Eres del Norte o eres del Sur? Una pregunta que se formula constantemente. Dos realidades que fingen ser distintas pero que en lo más profundo de sus instintos, terminan a la larga por ser igual de sanguinarias.
Y bajo esa gran duda, de si Poongsan es un agente, un desertor; del Norte o del Sur, la trama va adoptando matices interesantes principalmente en cómo se muestran ambas partes. Llama la atención -y ahí lo interesante- el cómo la historia de Kim Ki-Duk, trabaja la mentalidad de norcorea sin caer en lo fácil y propagandístico (que sería tratarlos como esclavos del Amado Líder), si no que los trata con cierto respeto. Como un rival a la par y al que hay que vigilar. Tanto así que en un momento, uno de los personajes plantea que se vive mejor en la región del Norte. Muy recomendada.