UNA PESADILLA DE CULTO

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¿Cómo empezar a hablar sobre Midori, la niña de las camelias sin espantar de entrada? Porque lo cierto es que estamos frente a una película perturbadora en todas las de la ley.

Midori dio que hablar por su explicito contenido de pésimo gusto, de un retorcido argumento que se enriquece únicamente de la repugnancia, llena de temáticas de abuso, crueldad y sufrimiento. Podemos afirmar, sin temor a equivocarnos, que solo hay belleza en una «animación» (de por sí es precaria); pero pensándolo bien, sería más correcto hablar de secuencias de ilustraciones cuadro por cuadro que de animación. Quizás ahí radique precisamente su encanto…

Violencia y tortura física, psicológica y sexual. Pobre Midori… Una niña huérfana que termina siendo parte de un circo ambulante conformado por los más excéntricos y deformes personajes (que mucho recuerdan a los de la película de Tod Browning Freaks)

Acerca de Midori

Midori, la niña de las camelias casi no ve luz. Ninguna productora quería involucrarse de lleno. La censura era un impedimento previsible, claro está, pero que Hiroshi Harada no estaba dispuesto a dar su brazo a torcer. ¿Que qué hizo? Decidió hacerla él mismo, fotograma por fotograma. Se dice que tardó 5 años en hacerla llegando a la increíble cifra de 5000 planos. De esta suerte de «leyenda» es que la película (aparte de su enfermizo contenido) es que se ganó el interés de la audiencia y con el tiempo consiguió hacerse «de culto».

Su estreno fue anémico en Japón llegando a pocos cines y finalmente fue destruida. Actualmente Midori, la niña de las camelias existe gracias al gran amigo de los cinéfilos: la piratería. Logró sobrevivir gracias a copias con subtítulos en otros idiomas y hoy acceder a ella no es la gran dificultad. Lo difícil es terminar de verla sin salir perturbado.

Acerca del autor

Villano de día, crítico de cine de noche. Disfruto viendo cine bueno, cine feo pero por sobre todo cine malo (como yo).

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