MALA HASTA DECIR EXTRAORDINARIA

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Chow Yun-Fat es sin duda alguna uno de las celebridades más importantes de la industria cinematográfica de Hong Kong.  En esta oportunidad, Chow encarnará a un galán apostador con aires de divo que se peina engominado y de sonrisa perfecta. Le llaman: «el Dios de los apostadores»; nadie como él. Pero un accidente hará que pierda la memoria convirtiéndolo en un retrasado bastante niño que lo único que le motiva es comer chocolates.

Aún así su talento está intacto. Se hará acompañar por tres jóvenes que buscarán sacarle provecho, y así se irán dando las cosas. Cuando toma las cartas, la suerte estará de su lado. Y paulatinamente se irá fraguando un compañerísmo más que interesante.

God of gamblers es este tipo de películas asiáticas ochenteras que a uno le llevan a preguntarse cómo alguien ha llegado a financiar algo así. ¡Si es espantosa! Llena de vacíos, de personajes estúpidos o que no aportan, de actuaciones paupérrimas… Para qué hablar de la música: bien repetitiva y que va más con una película heroica barata que a algo como esto. Sin embargo, luego de verla uno queda maravillado. ¡Qué final más extraordinario! Determinante, sólido. Y que llega a demostrar que estábamos en presencia de una película inteligente que jugaba a ser tonta, y con una moraleja clara: que una película mala puede ser considerada brillante. Y este es precisamente el caso.

Requetecontramuy recomendada.

Acerca del autor

Villano de día, crítico de cine de noche. Disfruto viendo cine bueno, cine feo pero por sobre todo cine malo (como yo).

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