TOKYO TRIBE
(Sion Sono, Japón, 2014)
Tokyo tribe resultó ser una propuesta sumamente interesante y fresca. Nuevamente Sion Sono deleita. Y lo hace de la mano de una genial adaptación del manga del mismo nombre hecho por Santa Inoue.
Toda la película transcurre en una noche. Una noche especialmente alborotada en donde líderes y seguidores de las pandillas y tribus de distintos distritos de Tokyo buscan su lugar en las calles. El gran rompecabezas se desordenó y los bajos fondos de la capital yacen en la incertidumbre bajo el filo de katanas, pesados bates béisbol, hordas combatientes, sangre, artes marciales y una ensalada de recursos tan excéntrica como deliciosa.
Bajo esta atmósfera, un mafioso muy particular irá tras la siga de una joven virgen a petición de un sumo sacerdote que se lo requirió. ¿Podrá dar con ella? ¿se restablecerá el orden en las calles de Tokyo?
La manera de narrar es alucinante: prácticamente no hay diálogos. Se trata de una consecución de raps «improvisados», muchas veces conversados o incluso complementados, que van explicando lo que sucede, lo que dice, lo que se responde. Sono fue visionario: que se hable en el idioma de las tribus, y ese idioma es el rap.
Esta osadía creativa, sin embargo, es un arma de doble filo. Y más precisamente un arma que corre el serio riesgo de desgastarse al poco andar. Con casi 2 horas de duración, no hay momento en que este recurso narrativo decaiga o aburra. Muy por el contrario, se hace fundamental y cautivante, consiguiendo ese genuino espíritu de clanes. Por lo demás, la calidad técnica merece todo tipo de elogios como la larga escena de inicio, que consiste en una larga toma viajera que acompaña y nos sumerge en la noche de Tokyo.
No estamos frente a otra de las tantas películas incomprensibles y bizarras que últimamente ha parido Japón. Para nada. Tokyo tribe presenta solidez en practicamente todos los aspectos, aunque claro… uno reacciona y se percata del fuerte sabor nipón cuando se aborda el erotísmo y sexualidad dentro de la trama.
Por último, una reflexión: si bien se trata de ficción, Tokyo tribe sirve como radiografía bastante fidedigna de cómo Japón mutó tras la caída del Imperio.
Da para pensar todo lo que influyó la invasión gringa tras la Segunda Guerra Mundial. La cultura americana que ingresó de golpe (un claro ejemplo es el béisbol, el gusto por las motos, la música rap), fue otra bomba que hizo boom: la occidentalización.
Tokyo tribe se consagra como una imperdible dentro de la filmografía de Sion Sono y del nuevo cine japonés. De ello, no hay duda.