MAN ON HIGH HEELS
(Jan Jin, Corea del sur, 2014)
«Dios creó al hombre y la mujer. Pero no a hombres que quieren ser mujeres; eso sería atentar contra su divina creación. Ser transexual es vivir muy cerca de las puertas del infierno».
Con esta explicación un transexual veterano sentado en una pequeña capilla le hace ver al detective Ji-Wook el difícil camino que tendrá que recorrer para conseguir su reasignación de cambio de sexo. Porque Ji-Wook se siente atrapado en el cuerpo de un hombre. De un hombre letal. Del más letal y peligroso en la historia del cuerpo de la policía de Seúl.
Man on high heels resultó ser una grata sorpresa. Tanto su intensidad narrativa como argumental, la consagran como una película única en su clase. Consigue un toque de distinción que la hace sumamente especial dentro del cine coreano. Y si bien cuenta con todos los elementos propios de la industria del país (escenas de ultra violencia explícita, escenas de patadas 1 contra 20, sangre fría y nervios de acero…) posee una fragilidad que consigue compensar todo ello en una conmovedora historia humana.
El detective Ji-Wook tendrá que renunciar a su trabajo para conseguir el anhelo de su vida: ser mujer. Está bajo un tratamiento hormonal el cual, para que de resultado, debe ir acompañado de una estricta forma de vida: nada de ejercicios, ni peleas, ni de patadas o algo que pueda conllevar al aumento de masa muscular.
Ji-Wook renuncia determinado a ello. Pero cuando un caso cercano se sale de control, se verá forzado a volver, aún cuando esto pueda significar no cumplir nunca su sueño.