LA PUTA, LA DESAPARECIDA Y LA CANTANTE

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En esta oportunidad les traemos un peliculón de Kinji Fukasaku, director que conseguiría recién eco en occidente con Battle royale (2000), un lúcido y adrenalínico film distópico que cuenta en su reparto con Takeshi Kitano, antesala de burdas copias posteriores como es el caso de la saga de Los juegos del hambre, entre otras.

Doberman cop (Doberuman deka, 1977) posee todos los elementos para ser considerada como una imperdible. Lo cierto es que lo consigue con bastante facilidad. Y si a ello le sumamos como protagonista a un joven Sonny Chiba (¿te suena Hattori Hanzo de Kill Bill?)… ¡Boom! Tenemos a nuestro doberman rabioso. Todo comienza con la desaparición y presunta muerte de una joven llamada Yuna oriunda de Okinawa. Por ello, se le encomienda a Joji Kano (Sonny Chiba), un policía rural y vecino de Yuna, que tiene un chancho como mascota y gusta emplear métodos poco ortodoxos para sus casos, que vaya a investigar a Tokioya que la policía de la capital ha encontrado el cadáver carbonizado de una prostituta (al punto de quedar irreconocible). Todo apunta a que se trata de Yuna. Su estructura corporal así lo hace ver.

Sin embargo, con la llegada de Kano, la hipótesis que se había dado por un hecho irrefutable se pondrá en duda. ¿Será acaso Yuna? O de lo contrario, ¿habrá alguna conexión con ella? Ante este escenario, una cantante misteriosa y drogadicta, protegida de la yakuza local y que busca despegar su carrera, aparecerá en escena. ¿Tendrá relación con la desaparición de Yuna y la misteriosa muerte? El canino olfato de Joji Kano lo llevará a pensar que sí, dando paso a una búsqueda incesable para develar la verdad acerca de Yuna.

Doberman cop destaca por contar con una historia entretenida, con pinceladas de humor a su justa medida, bien contada y que no se desmorona en ningún momento. Personajes interesantes (pese a ciertas paupérrimas interpretaciones que caen en lo hilarantes); tampoco cae en clichés ni en lo obvio. Muy por el contrario: se torna inteligente y dinámica. Con un desarrollo que entusiasma, lleva cómodamente a un vertiginoso desenlace muy acorde a una película de cine negro de calidad.

Doberman cop propone una estética interesante cercana al exploitation gringo  y que refleja la influencia norteamericana de posguerra en la juventud nipona. Vemos pandillas de motoqueros, un hippie de pelo largo, y a una bella mujer que quiere ser famosa. ¡Todo eso a plena luz del día en Japón! Sumado a lo anterior, torpes policías despistados que recuerdan tantas películas hollywoodenses, y la llegada de un forastero que viene a solucionar todo. El temerario que impone respeto. Que posee su manera de actuar tipo Harry el sucio con su fiel pistola Magnum…

Convengamos que Doberman cop no es nada nuevo bajo el sol occidental. No obstante, puede que en la tierra del sol naciente sí lo haya sido. No estamos frente a ninguna obra de arte ni tampoco digna de culto. Aún así se hace obligatoria para todo quien se considere fan del cine policial.

Acerca del autor

Crítico de cine y fanático de la comida china. En búsqueda de la mejor película asiática mientras devoro wantanes (porque, sinceramente, son mucho mejores que las gyosas y los arrollados primavera).

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