BULLET BALLET
(Shinya Tsukamoto, Japón, 2000)
Bullet Ballet es muchas cosas a la vez. Desde una eterna candidata a ser considerada una película de culto; un relato simple que repara en un sinfín de formas estéticas vertiginosas (algo industriales, algo ruidosas) que la hace un film vanguardista. También Bullet Ballet es pretenciosa. Y violenta. Y a ratos absurda. Inconexa. O incluso desquiciada.
Pero en especial, Bullet Ballet es una invitación a vagar por el Tokio de pandillas. Por el sendero de la violencia, la autodestrucción, las malas compañías y las drogas duras; Bullet Ballet nos muestra lo más negro de la juventud japonesa.
La trama
Goda (Shinya Tsukamoto), un anodino y tranquilo oficinista, encuentra muerta a su novia en su departamento. Ha sido suicidio. La impotencia y el ánimo de venganza que han despertado en Goda, harán que se obsesione por adquirir una pistola sea cual sea. Sea como sea.
Por otra parte, Goda tiene otra obsesión: una joven pandillera llamada Chisato (Kirina Mano), quien, cual femme fatale, atrae a Goda directo a una vorágine de destrucción. Sea como caída libre al pozo sin fondo de la desesperanza; o como una garganta empapelada de úlceras que traga y traga, y que mientras lo hace grita sordas y cacofónicas súplicas de clemencia para no seguir viviendo.
El sello Tsukamoto
Bullet Ballet destaca en especial por su fotografía, montaje y manejo de cámara. Puede que el «fondo» de la película guste o no, pero lo que sí es un hecho es que la «forma» no te dejará indiferente.
Shinya Tsukamoto aparece en todos lados. Porque Tsukamoto es, por donde se le vea Bullet Ballet. Dicho en fácil, guionista, Shinya Tsukamoto; fotografía, Shinya Tsukamoto; actor principal, Shinya Tsukamoto; y claro, director: Shinya Tsukamoto.
Es esperable encontrarnos con cine de autor. Que se tome licencias creativas y apuestas no del todo ortodoxas. Música que más que melódica resulta ser un zumbido molesto. Como de fábricas abandonadas. Cámaras borrachas. Planos rápidos. Escenas foto-estimulantes. Que aturden, que despiertan. Pero que innegablemente, ¡generan adrenalina!
Ballet Bullet no solo es una buena película de Shinya Tsukamoto, es también una buena manera de adentrarse en el cine del realizador japonés. Saca aplausos.