¿UNA «OLDGIRL»?

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La secuencia inicial de La villana (The villainess) ya nos dice mucho qué esperar: violencia, acción, muchas muertes, sangre a raudales… Y sí, porque La villana parte bien. Muy bien. Una larga toma continua en primera persona al estilo de videojuegos como Call of Duty. Porque durante los primeros minutos los protagonistas son los brazos de quien será luego la protagonista: constantemente cambia cuchillos por pistolas; pistolas por hachas; hachas por semiautomáticas; semiautomáticas por puños… y eliminando con sadismo a quien se le cruce por delante.

Con tan espectacular presentación, arranca La villana. Una apuesta increíble pero que corre el grave riesgo de perder la intensidad. He aquí su principal desafío como película de acción.

Si bien, como hemos destacado, su secuencia inicial es brillante, La villana comienza a tropezarse sola debido a los constantes flashbacks para intentar decir mucho con poco. A veces menos es más, porque si no se puede profundizar al andar, mejor no hacerlo.

La villana es un buen thriller de acción con ese sabor a venganza adrenalínica que recuerda tantas cintas coreanas (I saw the devil, Oldboy, etc.), también a la japonesa Lady Snowblood; y otras del otro lado del mundo como Kill Bill Nikita. Para quienes somos fanáticos del género, las similitudes -si se pueden llamar similitudes y no evidentes imitaciones argumentales- La villana funciona y cumple con creces con la masacre que esperamos ver. Sin embargo, a veces las «similitudes» son demasiado explícitas a tal punto que solo una delgada línea hace que no caiga en plagio.

Ante la pregunta del título, si estamos frente a una «Oldgirl», da para mucho. Si lo evaluamos desde la vereda de la violencia (y la transformación de un ser humano en una máquina de matar), sin duda que sí. Tiene la misma esencia. Claro que sin el trasfondo poético que tiene Oldboy. Pero si vamos más allá, es evidente que no ofrece la exquisita carga psicológica ni su grado de violencia psicológica. La temática de la novia que busca venganza no es nada nuevo tampoco. Tarantino lo hizo ya con Kill Bill (y eso que Kill Bill ya era un refrito de muchas películas de Asia).

Entonces, ¿qué nos queda? ¿una historia original? Nada de eso. ¿Violencia novedosa? Tampoco. Sí es novedoso el manejo de cámara como método narrativo para las salas de cine. Aunque no por ello deja de parecer un videojuego. Al menos consigue sumergirnos en un viaje de sangre, sudor y muertes. El problema de La villana no es la falta de un elemento que le de originalidad para deleitar por brillo propio. Es aún más grave: en cierto pasaje de la película, la historia torpemente cae en un juego de «comedia romántica» muy mala y que no le suma ni le resta, solo desconcierta. ¿Qué tiene que aportar? ¡nada! Y lo peor, es que esta suerte de giro argumental -muy anémico, por cierto- termina abruptamente. Sin mayor desarrollo. Un innecesario paréntesis que aniquila el ritmo narrativo.

La villana puede gustar o no. Lo que es innegable es que es una película que cumple con entretener. Con muchísimas muertes y violencia. Si eres fanático del género, esta película no te dejará indiferente.

Advertido queda: lo mejor de la película son sus primeros 10 minutos. Y es lo que en definitiva da para comentarla.

Acerca del autor

Crítico de cine y fanático de la comida china. En búsqueda de la mejor película asiática mientras devoro wantanes (porque, sinceramente, son mucho mejores que las gyosas y los arrollados primavera).

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