GUILTY OF ROMANCE
(Sion Sono, Japón, 2011)
En una frase, Guilty of romance navega de la pureza a la perversión.
*No apta para todo público
Guilty of romance (Koi no tsumi) es mucho más que una película: es poesía. De las más negras y sórdidas jamás recitadas, pero es poesía. Es un relato con sabor a Kafka. Es una caída al vacío del lado más salvaje del ser humano. Un grito erótico que se deja escuchar como un susurro mientras eres arrastrado por la vorágine sexual.
La trama
Han encontrado dos cuerpos en una habitación de motel. Dos cuerpos que resultan ser uno: el primero está compuesto por un torso en descomposición montado con las extremidades de un maniquí; el segundo, siguiendo el mismo estilo, hace lo propio con las extremidades faltantes. Reconocer a la víctima se hace difícil. En ninguno de los cadáveres está la cabeza.
Con este comienzo de lleno provocativo e impactante, la película comienza para no parar, con una narración fresca que va y viene, y una propuesta visual bien de prostíbulo. Sion Sono vuelve a conseguir un filme con carácter hipersexual y osado, con escenas eróticas muy visuales, desarrollo psicológico extraordinario; por lo demás Guilte of romance está exquisitamente musicalizada. La banda sonora se hace escuchar y toma notas protagonistas.
Izumi es una sumisa dueña de casa japonesa que está casada con un famoso escritor. La vida marital de ellos es nula, y los días son monótonos y rutinarios; siempre lo mismo: acompañarlo hasta la puerta, despedirlo cariñosamente esperando ser correspondida, para luego escuchar como se cierra la puerta y ordenar las pantuflas.
Poco a poco Izumi irá explorando su lado más salvaje lo que le llevará a posar desnuda, vender su cuerpo y hacer una película para adultos. Una vida secreta que la mantendrá autorrealizada.
El problema será que las cosas se saldrán de control cuando conozca a un misterioso hombre de abrigo blanco y a Mitsuko Osawa, una profesora universitaria que pasa su tiempo libre como la más bestia de las prostitutas de Tokio.
Con un final no del todo sólido, la película de igual modo consigue su objetivo: dar que hablar.